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El petróleo, es decir, los ingresos que produce venderlo en el mercado internacional y el uso interno para generar energía, puede ser una magnífica palanca de desarrollo para cualquier país del siglo XX y aún de este siglo XXI.  Esa renta, sin embargo, puede llegar a tener efectos perversos cuando el propietario único de esa renta, el estado, lo usa para el clientelismo y cuando el país abandona el esfuerzo productivo, el emprendimiento, el desarrollo de una economía agrícola e industrial diversa, productiva y rentable.  En Venezuela, desde los tiempos del dictador Juan Vicente Gómez para acá, es decir, durante 100 años casi exactos, el rentismo petrolero ha ido factor de ambas caras de la moneda.
Los mejores esfuerzos por “sembrar el petróleo”, aparte de obras públicas importantes, han sido:  el proyecto industrial Guayana: la “alternativa no petrolera de Venezuela”, desarrollada  -con luces y sombras, virtudes y defectos- durante los 40 años finales del siglo XX, para disponer de palancas claves para el desarrollo como la hidroelectricidad, el acero y el aluminio.  Igualmente, la industria manufacturera asentada principalmente en la zona centro-norte y la masificación de la educación desde pre escolar y primaria hasta la creación de mas de 30 universidades con carreras y especialidades de alta calidad técnica, tras la caída de la dictadura de Pérez Jiménez (Castro, Gómez y Pérez Jiménez, los tres dictadores militares, fueron casi nulos en desarrollar la educación tanto primaria y popular como la Universitaria)  Pese a los progresos positivos señalados al inicio de éste párrafo, el vicio del rentismo petrolero, la dependencia de él y el insuficiente desarrollo de las fuerzas productivas siguieron marcando parte de la vida nacional.  Se avanzó, pero fue insuficiente. Había razones para la insatisfacción en ese terreno. Era necesario y posible mucho mas.
El “Milagro al revés”.   La primera década y media de este siglo XXI es “la gran oportunidad perdida”. En lugar se avanzar y reducir la dependencia del rentismo, se retrocedió a etapas que se suponían superadas. En lugar de “revolución” ha sido “involución” y retroceso.  Los vicios del rentismo petrolero se agravaron como nunca antes.   El tiempo de los mas increíbles ingresos petroleros, que nos “cayó del cielo”, producto de la “revolución” industrial de China, India y los países Bric, que desató una explosión de precios del petróleo, las materias primas y los productos primarios o “commoditties” jamás vista; en lugar de ser una palanca para industrializar y superar todo aquello que era incompleto e insuficiente, mejorando lo que se había construido, solo terminó significando  -pese a la interminable cháchara acerca de la soberanía nacional y la conversión en “potencia”-   la ruina de toda la cadena industrial de Guayana y en la reducción terrible de la producción agrícola, agro industrial y de la industria manufacturera.
Nunca produjimos menos acero y menos aluminio desde que la industria existe.  Nunca bajamos tanto en fabricación de productos de valor agregado de ambos rubros.  Nunca  fuimos tan dependientes de las importaciones de alimentos y de insumos.  Somos “el negoción” para los productores, agricultores e industriales privados de EEUU, Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador, Uruguay, Dominicana, Nicaragua y para usted de contar.  Las exportaciones no petroleras de Venezuela se redujeron a casi nada:  menos de 3%.   Ahora importamos aluminio, acero, bauxita, tubos petroleros, cemento, gasolina donde éramos autosuficientes y hasta exportadores.  Importamos casi todos los productos básicos de la alimentación y/o crecientes porcentajes de ellos.  Leche, azúcar, carne, arroz, pollo, café, maíz, caraotas, etc, debido a que cientos de fincas, otrora productivas o semi productivas fueron expropiadas y están convertidas en “montarrales improductivos”.
Peor que  nunca el rentismo petrolero y la dependencia. En lugar de superar carencias se ahondaron hasta el infinito los defectos. Perdimos casi todo lo avanzado sin superar nada.  Excede las posibilidades de ésta columna  -por motivos de espacio-  analizarlo con mas amplitud y estudiar los por qué.  De eso hemos escrito y  han escrito varios autores  con fundamento y propiedad. En nuestro libro “Guayana:  El milagro al revés” están muchos casos probados y documentados. Digamos someramente que la causa principal de este increíble retroceso es “el modelo” del estatismo salvaje que ellos llaman “socialismo” y que copia varios de los peores errores del fracasado modelo soviético y fidelista.  Eso, aunado a la obsesión por el poder totalitario es causa principal para el uso del rentismo petrolero exacerbado como arma para la dominación social y que pasa por destruir la economía independiente incluso la estatal eficiente.  ¿O no ha sido esa la historia de estos años?.

Damián Prat