Teorías clásicas de localización
Todo hecho geográfico
presenta cualidades que son objeto de análisis e interpretación, el principio
de localización se basa en analizar dichas condiciones y cualidades en cuanto
al lugar que ocupa, para poder comprender su naturaleza, extensión,
funcionamiento y relaciones existentes. La localización de actividades
económicas depende de infinidades de factores, y como geógrafos se tiene el
deber y compromiso de identificar, analizar e interpretar, para poder entender
los hechos geográficos en sí. Por lo que es necesario apoyarse en teorías que
sentaron base para estudios significativos de la geografía económica y otras
ciencias.
Claval (1980) expone que las teorías clásicas de la
localización se elaboraron precozmente. Asimismo, Duch (s/r) asevera que la
teoría tradicional de la localización ha tenido un enfoque incompleto ante el
problema de explicar los patrones de localización y los factores que los
determinan, muchas veces sin siquiera hacer explícitos los mecanismos
microeconómicos que inducen a las empresas y a los consumidores a ubicarse los
unos cerca de los otros. Pero lo resaltante es que a pesar de las tantas
críticas a los diferentes modelos propuestos estas teorías son referencia
obligatoria y han servido de base para posteriores estudios.
Las teorías clásicas poseen rasgos esenciales como la
aceptación implícita de la competencia perfecta, con un comportamiento basado
en una estricta racionalidad económica que no busca más que la localización
óptima, así como la existencia de espacios sin obstáculos ni complicaciones al
desplazamiento.
El economista Von
Thünen considerado el pionero en la teoría sobre la localización de los usos
del suelo agrario, intentó encontrar una explicación al hecho que una agricultura
de mercado tendía a imponerse, en Alemania del siglo XIX, sobre las formas
tradicionales variaban entre lugares, las cuales no se limitaban por las
condiciones físico-naturales o por las costumbres. Se planteó interrogantes
como ¿a qué se debe que terrenos con la misma calidad ambiental tienen usos
distintos? ¿Cómo debe la tierra ser usada productivamente en los alrededores
del poblado a fin de minimizar costos de producción y transporte? ¿Cómo se
utilizará la tierra si hay competencia perfecta?
Dichas interrogantes lo llevaron a realizar un análisis en su
denominado Estado Aislado, donde se busca la
posible relación existente entre los usos del suelo agrícola y la distancia a
mercados urbanos, lo que le permitió elaborar un racionamiento deductivo a
partir de una simplificación de la realidad. Dicho planteamiento se basaba en
que los agricultores decidirían el tipo de cultivo a realizar mediante una
estimación de renta de situación (diferencia de entre los ingresos recibidos y
los costes soportables de producción y transporte). Enfatiza en el papel de los costos según la distancia
respecto al mercado que, en su modelo, es un mercado único y central.
Fig.1 Localización de los cultivos en función de la distancia al mercado;
los círculos de Von Thünen.
Fuente: Claval (1980)
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Este modelo es
criticado principalmente por los supuestos de competencia perfecta y
rendimientos decrecientes. No obstante, su importancia radica en los principios
y fundamentos para la explicación del comportamiento de la economía en el
mercado, considerando la influencia y el desempeño del área de mercado y la
forma en que se organiza y estructura la actividad económica en el espacio.
Además permite comprender la influencia de la forma en que se distribuye la
actividad económica y sus implicaciones para los usos del suelo.
Por otro lado el
economista Alfred Weber, preocupado por entender las nuevas lógicas espaciales
derivadas del proceso de industrialización desde la perspectiva de la empresa
individual, realizó un estudio sobre la localización de la industria a partir
de una hipótesis simplificadora. Su modelo se basaba en la determinación de un
punto óptimo de localización según los tipos de industrias, para luego
introducir las desviaciones que producirían la existencia de las diferencias
espaciales en el coste de mano de obra y de aglomeraciones urbanas; así mismo,
incorpora un componente formal y una preocupación por geometrizar los
resultados. Los costes de transporte eran considerados como el determinante
básico de la localización, aunque lejos de considerarlos directamente, los
contempla como una función del peso de los bienes y de la distancia que tiene
que cubrirse al transportarlos.
Por lo que su intento
de identificar la mejor localización para cada tipo de actividad industrial, se
basó en el volumen y tipo de materias primas. Por lo que la localización óptima
puede verse alterada a favor a aquellos lugares con mano de obra suficiente, a
menor costo como para compensar el gasto del posible desplazamiento.
Así lo expone Chisholm (1969) quien al igual que Duch
(s/r) hace referencia a que Weber supone que las empresas se localizarán en
aquel lugar donde los costes de producción y de distribución puedan ser
minimizados, por lo que su modelo se diferencia en tres etapas: i) a) el punto
que minimiza el coste de transporte, ii) sitios con costes laborales mínimos y
iii) aglomeración.
La lógica de Weber se basa finalmente en que dados los
puntos de consumo y de obtención de materias primas, se busca encontrar el
punto en el que se localizará la unidad de producción para que así se minimicen
los costes de transporte. Una vez encontrada dicha localización, se debe
encontrar la existencia de lugares en donde el factor trabajo resulte más
económico o lugares que posean ventajas
de aglomeración, entonces la localización óptima puede modificarse.
La localización óptima se esquematiza mediante una
figura, que en caso de Weber es un
triángulo, ya que considera dos puntos de aprovisionamiento de materias primas
y un mercado, unidos por líneas rectas que representan las distancias entre
ellos; esto permite encontrar el punto que minimizaría los costes de transporte
según el peso de los bienes y la atracción que ejerce cada vértice del
triángulo sobre la localización ideal.
El modelo del mínimo coste de transporte se ha
ampliado mediante la introducción de supuestos menos restrictivos a los
planteados por Weber, lo que ha permitido obtener soluciones cuando se
consideran más de tres puntos, por lo que se deja a un lado el triángulo para
convertirse en un polígono.
Esta teoría no escapa
de las críticas, y es que se ve influenciada por el momento de su elaboración y
no se ajusta a la realidad del mundo actual. Otra critica a este modelo es su
omisión a factores extraeconómicos; así como asumir que las empresas cuentan
con la información concreta que permita determinar su localización óptima, por
lo que su decisión es influenciada por la existencia de márgenes de localización
que la hacen rentable.
Paralelamente a Weber surgieron análisis como los de
Fetter (1924) y principalmente Hotelling (1929) quienes investigan las
relaciones entre la formación de precios, las áreas de mercado y la
localización; haciendo énfasis en las rigideces de la demanda, por lo que
concluyen que el equilibrio locacional implica necesariamente la concentración
de los vendedores en un solo lugar.
Christaller (1933) reafirmaría esta corriente surgente
del pensamiento al elaborar su teoría de los lugares centrales, definidos como
emplazamientos cuya función es la provisión de bienes y servicios a una
población dispersa alrededor de éste. Aplicando un método deductivo para
comprobar su hipótesis de que las leyes geográficas-económicas rigen como se distribuyen
los núcleos urbanos.
Christaller también realiza un modelo simplificado de
la realidad y le permite deducir que los lugares centrales de la misma
categoría tendrán a distribuirse de forma regular en el territorio para
organizar áreas de mercado de forma aproximadamente circular y de radios
iguales. Sin embargo, se dejarían espacios sin abastecer espacios indiferentes por solapamiento; por
lo que las áreas de forma hexagonal dispuestas en un retícula triangular es la
forma más eficiente de abastecer a la población.
A partir de los aportes teóricos de Christaller, Lösch
(1940) fortaleció el análisis espacial mediante la descripción de relaciones generales
con la utilización de ecuaciones, cuyo modelo de equilibrio general de tipo
Walrasiano al que introdujo distancia y a partir del cual determina un sistema
de coordenadas de localización. Lösch contemplo
cinco condiciones fundamentales para alcanzar el equilibrio: i) la localización
más provechosa posible, ii) los emplazamientos productivos deben ser tan
numerosos que todo el espacio esté ocupado, iii) no existen beneficios
extraordinarios en actividades abiertas, iv) las áreas de oferta, producción y
ventas deben ser lo más pequeñas posible, pues solo así se maximiza el número
de empresas capaces de subsistir y, v) en los límites de varias áreas de
mercado, los consumidores son indiferentes acerca de qué área es más
conveniente para abastecerse. Asimismo, elaboró más formalmente la teoría de
los mercados hexagonales.
Con la existencia de áreas de mercado hexagonales de
diferentes categorías de lugares centrales, tenderían a encajarse unas dentro
de otras, formando redes dispuestos de forma regular en el territorio que
mantiene una relación jerárquica. El modelo de Christaller-Lösch es criticado
principalmente por su abstracción de la demanda; y tanto los enfoques de la
interdependencia locacional como el de las áreas de mercado se enfocan hacia
esa dirección. Y al igual que otras teorías se hace insuficiente para explicar
la distribución de servicios.
Un factor de localización importante a considerar en
cada una de las teorías expuestas es la escala. Von Thünen hace referencia a un
modelo desarrollado a la intensiva en tierra, mientras que las otras son
puntiformes. Lo que quiere decir que mientras en el análisis locacional de la
industria o los servicios es in sitú y
puede ser ignorado, esto no aplica en la producción agrícola, por lo que el
énfasis de dicho modelo radica en la tierra per se y en las diferencias de uso
del suelo que pueden derivarse del impacto que sobre el terreno tienen los
costes de transporte.
Las teorías clásicas propusieron un método de análisis
que sin importar sus críticas merecen su reconocimiento por sentar las bases
para debates posteriores sobre la localización de las diferentes actividades
económicas. Es así que estas corrientes
teóricas derivadas de los modelos clásicos promovieron la elaboración de modelos
de equilibrio parcial y general en el espacio. Asimismo, surgieron varios intentos
de conjugar los diferentes enfoques en un modelo general de la localización de las
actividades económicas en el espacio.
Referencias
Chisholm, M. 1969. Geografía y Economía. Primera
edición castellana1969.Oikos-tau, s.a.
ediciones
Claval, P. Geografía Económica. Oikos-tau, s.a. ediciones. Barcelona, España
Méndez, R. 2000. Geografía Económica: la lógica
espacial del capitalismo global. Barcelona-España. Ariel.
Duch, N. (s/r). La teoría de la localización. Universitat de Barcelona.
De acuerdo a la lectura
responda:
1.
¿Cuál es la importancia que ha tenido la
localización de actividades económicas para la geografía económica.
2.
¿Cuáles son los rasgos comunes de las teorías
clásicas de localización?
3.
¿Cuáles fueron los aportes de las teorías clásicas
de la localización de actividades económicas?
4.
¿Cuáles fueron las críticas de las teorías clásicas
de la localización de actividades económicas?
5.
¿Cuáles fueron las deducciones de la Teoría de Von
Thünen?
6.
¿Cuáles fueron las deducciones de la Teoría de
Weber?
7.
¿Cuáles fueron las deducciones de la Teoría de
Christaller?
8.
¿Cuáles son los factores de localización
tradicionales?
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