El 11 de octubre de 2016 se realizó en el salón de Postgrado "Carlos Andrés Amaya" del Instituto de Geografía y Conservación de Recursos Naturales el FORO:
ARCO MINERO DEL ORINOCO: LO INELUDIBLE DE UNA VISIÓN MULTIFACTORIAL. Una de las presentaciones estuvo a cargo del Prof. Edwuind Pérez Palmar, quien dio un discurso sobre la situación actual de las comunidades indígenas, específicamente de la etnia Wayúu. A continuación se presenta su discusión propicio a la celebración del Día de la Resistencia Indígena.
UNIVERSIDAD
DE LOS ANDES
FACULTAD
DE CIENCIAS FORESTALES Y AMBIENTALES
INSTITUTO
DE GEOGRAFÍA Y CONSERVACIÓN DE RECURSOS NATURALES
“ANTONIO
LUIS CÁRDENAS”
UNIDAD
DE POSTGRADO EN ORDENACIÓN DEL TERRITORIO Y AMBIENTE
FORO:
ARCO MINERO DEL ORINOCO: LO INELUDIBLE DE UNA VISIÓN MULTIFACTORIAL.
“GEOGRAFÍA
HISTÓRICA Y MEMORIA ANCESTRAL DEL TERRITORIO: PERSPECTIVA CULTURAL WAYÚU ANTE
EL ARCO MINERO DEL ORINOCO”
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PROF. EDWUIND PÉREZ PALMAR
La Geografía
Histórica es un camino metodológico para entender, comprender e interpretar a
Venezuela. En ella, convergen distintas dimensiones del saber, del mundo, de la
sociedad, de la cultura, de las creaciones del hombre a lo largo del tiempo,
del devenir, de la continuidad.
Venezuela, un
territorio de más de 900 mil km², bañado por un mar tropical de esplendidos
paisajes da su cara como noble doncella exhibiendo su belleza al resto del
Caribe, adentrándonos en él, nos sorprende que ese territorio está compuesto
por una gran heterogeneidad que se resume en una “geodiversidad” que ningún otro país goza.
Macizos antiguos
adornados por infinitas selvas pluviales siempre verdes, llanos distinguidos
por la presencia de sabanas, litorales cálidos y húmedos, unos verdes que
exhiben la exuberancia de bosques, otros exhiben el recio sol tórrido de
nuestros ambientes semiáridos costeros mediante cardonales, espinares y
cujisales; arcos montañosos de variados paisajes serranos, jóvenes planicies
costeras lacustres, corredores intramontanos definidos por lindos valles
adornados por una biogeografía diversa y grandes perlas que adornan nuestro
Caribe, me refiero a los archipiélagos e islas, toda una expresión única que
éste “paraíso terrenal” diseñado por
Maleiwa permitió que nuestras sociedades indígenas se relacionaran en distintas
formas con esa geografía que la naturaleza por mandato de Maleiwa nos obsequió.
Caracterizar el
país desde la Geografía motiva también una definición geocultural de quienes lo
habitan. De allí, que estudiosos del poblamiento prehispánico venezolano (Mario
Sanoja e Iraida Vargas, 2007, Luis Fernando Chaves, 1992), señalan que desde
tiempos precolombinos la presencia de sociedades aborígenes milenarias, lo que afirma que esa Geografía Física megadiversa
también la caracteriza una Geografía Humana diversa, variada, heterogénea.
Sanoja y Vargas
(2007), metodológicamente construyeron ese planteamiento al definir unas
regiones geohistóricas existentes antes de la llegada de los europeos a
nuestras tierras. Significa, que nuestros ancestros ya tenían una relación organizada
entre el paisaje, sus sociedades y la cultura, es decir, una construcción
inicial de nuestro territorio materializada en el trabajo, cuyo fin
sociocultural en las diversas regiones era la domesticación de plantas: maíz, papa,
auyama, batata, piña, yuca. Sin duda, un fin único que la historia de la
economía humana identifica como satisfacción de necesidades básicas, una de
ellas es la alimentación para la continuidad de la vida.
Esta breve
síntesis geohistórica solo busca afirmar que antes de la llegada de los colonos,
nuestras etnias (bien sean de filiación Arawakos, Caribes o Chichas) ya estaban
estructuradas y conformadas en diversas regiones, que por su naturaleza
ecológica obligaba a diferenciarse de otras localizaciones geoculturales, lo
que claramente define la presencia de agricultores, pescadores, recolectores y cazadores.
Toda una
historia construida a partir de evidencias antropológicas que facilitan una
comprensión integral de nuestra historia cultural y territorial, no obstante,
en su desarrollo como contínuum de nuestro tiempo, como nación venezolana sufre
una abrupta transformación a partir de hecho histórico de la “conquista y la colonización”.
Este hecho, cuyo
inicio los historiadores lo describen como “descubrimiento”,
“encuentro
de dos mundos”, “resistencia indígena”, en fin distintas
acepciones que solo cubren la identificación del “hallazgo hispánico de nuestro territorio”, el cual, vale la pena
invocarlo para darle sentido a nuestra narrativa, a nuestra historia, a nuestras
raíces, para orientarnos y situarnos en
la historia de la lucha de nuestros antepasados.
Temporalmente, estaríamos
hablando del inicio del siglo XVI, cuando empresas colonizadoras inician la
fase de incursiones expoliadoras y búsqueda de riquezas en nuestras tierras a
partir de actividades dirigidas al reconocimiento y conquista territorial
sustentadas en la persecución de nativos, caza, captura y matanza de indígenas.
Es decir, toda una política de estrategia militar que perseguía la expoliación
de recursos naturales y humanos.
El proceso de
conquista y la posterior fase de implantación colonial desembocaron en la apropiación
de nuestras sagradas tierras, este episodio de la historia venezolana significó
una de las más crueles acciones de etnocidio en la historia de la humanidad. De
allí, que aguerridas tribus de cumanagotos, son ejemplo de la más viva fuerza
de nuestro espíritu de lucha por la no imposición de elementos ajenos a
nuestras raíces. La acción depredadora de los colonos contra nuestra población
indígena no solo se basó en la imposición a la fuerza de lo ajeno, sino más
bien en la imposición inmaterial sobre la creencia ancestral de nuestros dioses
y deidades (Creador, Lluvia, Sol, Luna y demás fuerzas naturales), a través de
la evangelización cristiana (la actividad misional).
No aún con esto,
nuestros ancestros fueron víctimas de la más cruel decisión de romper nuestras
estructuras sociales y culturales (vale decir que costó milenios en construirse
y organizarse) al considerarlos como esclavos a través de mecanismos de
encomiendas, composiciones y mercedes, es decir, nuestras tierras de propiedad
colectiva pasan a ser propiedad privada de la Corona española, nuestros
cultivos y plantaciones son vistos como bienes de mercado comercializable y no
como regalos naturales de la Tierra para la continuidad de la vida, la
alimentación y la ofrenda a nuestros dioses.
Toda una épica que
a pesar de más de cinco siglos de fuerzas externas intentando minimizar nuestra
esencia ancestral, mantenemos presencia viva en este territorio, no es de
olvidar que el período de la colonia, y la posterior construcción del
Estado-Nación venezolano a lo largo de la historia republicana han existido
similares acciones contra nuestras raíces, ejemplo de ello, las intenciones de
“civilizar” desde la castellanización
del idioma a las diversas etnias que habitan la actual Venezuela.
Ya para el siglo
XX diversas instituciones, líderes indígenas y ONG buscaban una mayor
reivindicación de nuestra existencia dentro de un país caracterizado por el
mestizaje y la diversidad. La salud, la educación, el territorio, la
alimentación, el idioma, la aceptación y el derecho a una voz y a un voto en
las decisiones políticas despiertan generaciones de lucha, de propuestas, de
programas que persiguen la inclusión social, cultural, lingüística y educativa
de las diversas etnias venezolanas.
De entrada al
siglo XXI se materializa esta lucha, cuyos antecedentes tienen sus raíces desde
el mismo proceso de conquista, significa que ha costado más de 500 años decirle
al mundo y al actual Estado venezolano que somos parte de esta existencia
humana llamada venezolanidad, que poseemos tierras heredadas por nuestros
ancestros, que tenemos una relación con la naturaleza basada en la armonía, que
la diversidad es parte de nuestras relaciones históricas y la aceptación eleva
el orden de construcción social de nuestras generaciones venideras.
Muy cierto es
que en nuestro país, con su avanzada y moderna Constitución (1999), expresa
todo un capítulo a los Pueblos Indígenas (Capítulo VIII); además una Misión
Social llamada “Misión Guaicaipuro” (fundada en 2004); no con eso surge un
Ministerio para los Pueblos Indígenas (creado en 2007), una Ley Orgánica de
Pueblos y Comunidades Indígenas (LOPCI). Por tanto, durante el período de la
llamada “democracia participativa y
protagónica” ha sido el momento en donde se le ha dado participación y
protagonismo a las diversas etnias existentes en el territorio nacional, de eso
no hay duda, tampoco hay que negarlo.
Sin embargo, en
la construcción histórica real de este 2016, como venezolanos de hoy con
responsabilidad, con conciencia moral, valor, valentía y coraje ciudadano asumo
que nuestra realidad es otra, existen leyes, existe un ministerio, existen
instituciones de apoyo a los pueblos y comunidades indígenas, pero la sola
teoría, el solo documento y el solo discurso de “inclusión” solo queda allí, es decir, como si no existieran.
Ya verán, como
anunciarán logros, inclusiones, imágenes de discursos mañana 12 de octubre de
2016, pero en la realidad esto no es; no existe, no están, no oyen, no ven, no
sienten, no se pronuncian, ni menos aún nuestro ministerio y activistas
indígenas que ocupan cargos políticos son capaces de decirle a este gobierno
que está siendo tan similar como hace más de 500 años fueron los colonos con
nuestros pueblos; ¿de qué manera somos como los colonos?, así dirán los
activistas indígenas de hoy, así dirá también la Ministra de los Pueblos
Indígenas, pues como de costumbre, ellos siempre preguntan, más no responden.
Por tal motivo,
y bajo las orientaciones teóricas del geógrafo Jared Diamond me atrevo a decir
que nuestras sociedades aborígenes vivieron un gran colapso en tiempos de la
conquista y la colonia, el derecho a la vida, a las tierras, a la divinidad, al
trabajo, a la libertad, a la alimentación, a la espiritualidad ancestral, a la
salud, a la vivienda y a la continuidad, fueron vulneradas por decisiones de la
metrópolis española de entonces, diacrónicamente, nosotros los indígenas de hoy
vivimos lo mismo, ya no por el imperio español, sino por la hegemónica acción
militarista, autoritarista e inhumana de un gobierno que nos tiene en la misma,
o peor condición que hace más de cinco centurias.
Por ello, el
llamado es al Ministerio de los Pueblos Indígenas, a los líderes y activistas
indígenas a que asuman con valor y coraje ancestral, que los tiempos de la
conquista, la colonia, las mercedes, las encomiendas y las composiciones se
reviven, en este caso, en el 2016 por las acciones del Estado Venezolano de
expulsar, soslayar, expropiar, negociar y mostrar a los indígenas un agobiante
“cuánto vale” a la presencia ancestral en el territorio de la Guayana, del área
que comprende el llamado Arco Minero del Orinoco.
En ese caso, es
válido que la existencia de recursos son una ventaja para el desarrollo del
país, pero no expulsando a las etnias Baniva, Piaroa, Jivi, Pumé, Ye’kuana, Pemón,
Warao, Sanema y Kariña de su legítimo territorio ancestral, no les pertenece al
Estado, son tierras sagradas de nuestras matriarcas y patriarcas, de nuestros
muertos, de nuestros espíritus, por tanto, posesionarse de ellas es burlarse y
subestimar nuestra espiritualidad y nuestra Madre: “La Tierra”, ella es quien nos da vida, es la que sostiene nuestros
bosques, nuestros ríos, y día a día la lluvia la alimenta con el agua, y en la
actualidad el Estado Venezolano presidido por el gobierno socialista pretenden
expulsar a los indígenas por simple irresponsabilidad, avaricia y materialismo
que echa por tierra la supuesta acción de que “¿ser rico es malo?”; nuevamente el llamado es que ya dejen de
sangrar nuestra tierra ambientalmente hablando, ya dejen de humillar a nuestra
gente, tal acción, repito revive las encomiendas y las misiones del siglo XVI,
hoy se revisten de manera similar a los colonos del pasado. Digno día, hoy 11
de octubre, a pocas horas del 12 de este mes, cuyo símbolo y conmemoración es
la llamada “Resistencia Indígena”, yo, como indígena venezolano, hijo de wayúu
Püshaina, miembro de una población multidiversa, multiétnica, pluricultural me
pronuncio en una postura de denuncia pública como acción de resistencia ante la
moderna colonización que implementa el actual gobierno en el área del Arco
Minero del Orinoco. Ello tiene implicaciones de expulsión de diversas etnias
indígenas, y hago un llamado al Alto Comisionado de Naciones Unidas para los
Refugiados (ACNUR) para que se aboque a Venezuela, nuestras etnias guayanesas
se perfilan en un rumbo que se destina en condición de expulsados y refugiados;
la acción explotadora del Arco Minero vulnera el territorio ancestral, un
llamado al Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA); es
delicado, es frágil, es débil, es salvaje, virgen, pero sensible como la
creación de la vida del fruto femenino de la existencia, la Tierra y la
Sociedad, son un binomio, una unidad que los antepasados han entendido, nos han
enseñado y eso es el motivo de fuerza por la que un indígena se pronuncia
formal y académicamente ante este hecho que mantiene a muchos venezolanos a la
incertidumbre: ¿Qué sucederá con nuestro territorio ancestral en la Guayana
venezolana?, ¿Qué pasará con nuestros bosques, con nuestro agua dulce del
Caroní, del Caura?, ¿A dónde irán los peces y la vida silvestre, las aves, los
reptiles, los mamíferos?, y ¿dónde se moverán, posarán, recrearán y caminarán
nuestros ancestros cuando ya los bosques estén extintos?. Sin duda, si no nos
unimos en este llamado y esta protesta se desarrollará toda una acción de
etnocidio y ecocidio en Venezuela, de allí que todo esto es preocupante en
nuestra “tierra de gracia”, en
nuestra Venezuela amada.
Muchas gracias a
todos.
Prof. Edwuind Pérez Palmar.
Profesor de Geografía Humana de
Venezuela-ULA.
En Mérida, octubre del año 2016.
Consultas y
lecturas hechas por el autor: Edwuind Pérez Palmar.
1.- BRITO
FIGUEROA, F. 2015. Historia económica y social de Venezuela. 2 ª reimpresión de
la 7ª edición. Ediciones de la Biblioteca, 2015. Universidad Central de
Venezuela, Tomo I. Caracas-Venezuela. 424 p.
2.- CHAVES
VARGAS, L.F. 1992. Geografía Humana de Venezuela. Departamento de Geografía
Humana, Escuela de Geografía, Facultad de Ciencias Forestales y Ambientales de
la Universidad de Los Andes. Mérida-Venezuela. 278 p.
3.- CUNILL GRAU.
P. 2007. El hallazgo de Venezuela y su incorporación al ámbito euroamericano.
GeoVenezuela, Tomo I: La Geografía Histórica del Poblamiento Territorial
Venezolano y la Tropicalidad Venezolana. Caracas-Venezuela. 414 p.
4.- DIAMOND, J.
2007. Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen. Editorial:
DEBOLSILLO. Santa Fe de Bogotá-Colombia. 746 p.
5.- ESTABA, R.,
Alvarado, I. 1985. Geografía de los paisajes urbanos e industriales de
Venezuela. Editorial: Ariel-Seix Barral Venezolana. Caracas-Venezuela. 286 p.
6.- SANOJA
OBEDIENTE, M.2011. Historia sociocultural de la economía venezolana. Colección
Venezuela Bicentenaria-Banco Central de Venezuela. Caracas-Venezuela. 262p.
7.- SANOJA, M.,
Vargas, I. 2007. El legado territorial y ambiental indígena prehispánico e
histórico. GeoVenezuela, Tomo I: La Geografía Histórica del Poblamiento
Territorial Venezolano y la Tropicalidad Venezolana. Caracas-Venezuela. 414
p.
8.- VIVAS,
L.2012. Geotemas. Fondo editorial, Simón Bolívar, Lotería del Táchira.
Mérida-Venezuela. 278 p.
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